Palacio Barolo |
En ese eje que une el Congreso de la Nación con la Casa Rosada, el Barolo se comenzó a construir a principios del siglo pasado, encargado por Luis Barolo al arquitecto Mario Palanti, reconocido por entonces, claro.
A Luis Barolo seguramente le sobraron caprichos. Y dinero, como ocurría en la Argentina a un "poderoso productor agropecuario" como lo define el sitio del edificio en cuestión. Don Luis había recalado en la Argentina en 1890. Se dice que fue el primero que trajo máquinas para hilar el algodón y se dedicó a la importación de tejidos e inició los primeros cultivos de algodón en el Chaco.
En 1910, a un siglo de la Revolución de Mayo, el señor Barolo conoce al señor Palanti y lo contrata para proyectar el edificio que cumple cien años y está construido al antojo de la Divina Comedia.
Por querer perpetuar quizá al famoso Dante Alighieri, Barolo pidió un edificio inspirado en la obra del poeta, “la divina Comedia”.
Ese magnífico edificio se levantaría en la avenida de Mayo al 1370. Precisamente avenida de Mayo y la calle Victoria ( Hipólito Yrigoyen en la ctualidad), en un terreno de 1365 m2 y un frente de 30,88 metros.
El intendente Luis Cantilo facilitó los permisos para la construcción del palacio de 24 plantas (22 pisos y 2 subsuelos) y 100 metros de altura. Es que en la avenida de Mayo se había dispuesto un límite de altura para las construcciones, que no debían pasar la altura del Obelisco porteño. Pero, el Barlo superaba en casi cuatro veces la máxima permitida por la avenida. Como sea, obtuvo el permiso en 1921 y se expandió en una superficie cubierta de 16.630 m2. El palacio se convirtió en el más alto de latinoamérica, y en uno de los más altos del mundo en hormigón armado.
Vale la pena anotarse en las visitas guiadas que describen con precisión el edificio, actualmente de oficinas, que se inauguró en 1923 y el 7 de julio recibió la bendición del nuncio apostólico
Monseñor Giovanni Beda Cardinali.