Mientras se cumplirán hoy 72 horas consecutivas de paro del funcionamiento de los subterráneos porteños, a Mauricio Macri se le ocurre cualquier cosa, menos asumir el control del transporte. A través de su ministro de Gobierno, Emilio Monzó, envía a los funcionarios nacionales una lista de condiciones para retomar la transferencia del control de la concesión, pero nada avanza. "Es un problema de confianza", dicen los porteños, pero ¿qué confianza? En definitiva quien firmó hacerse cargo del transporte y después devolvió el acuerdo, fue el jefe porteño. Teme que la falta de mantenimiento provoque una tragedia, o que el gobierno nacional le prometa inversiones y no las realice. Entonces, se le ocurre hoy poner micros escolares gratis de 18 a 20.30 para que la gente vuelva a su casa. Eso es reconocer, claro, que sin subtes colapsa el débil sistema de transporte en la Ciudad de Buenos Aires. Simultáneamente el macrismo comienza los sondeos para saber a quién perjudica más el conflicto. Los empleados reclaman paritarias, el gobierno nacional los manda a golpear la puerta del Palacio Municipal, el gobierno porteño los rechaza y la empresa Metrovías dice que no le alcanza la plata.
Como sea, un millón de usuarios perjudicados a los que se suma el resto que habitualmente viaja en colectivos que no pueden satisfacer la demanda extra.
Si "Cristina nos quiere asfixiar económicamente" como dice el macrismo, el jefe porteño debería demostrar sus habilidades de administrador, al menos como una prueba de que podría ser Presidente.
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Dirección y contenidos PATRICIA GARCÍA, periodista