Mi abuela tenía su propia versión de este postre porteño,
que seguramente aprendió o creó cuando llegó a Buenos Aires al barrio de San
Cristóbal. Ella le llamada “dos de que y una de du” y nos preparaba una suerte
de sanguche con queso fresco arriba y abajo y dulce de batata en el medios, en
general a los niños les gusta más que el dulce de membrillo.
La Historia de las comidas de Buenos Aires aseguran que este
invento porteño que puede servirse como “fresco y batata” o bien con queso Mar
del Plata.
Por 1920, dice la historia, en una cantina del barrio
porteño de Palermo, cercana a una comisaría se difundió el bocado. Los “vigilantes”
como le dicen en la ciudad a los policías, gustaban pedir esa porción, que
terminó completando junto con la milanesa con papas fritas un menú típicamente
de la ciudad de Buenos Aires.