Juan
de Garay ya había hecho lo suyo. Llegó, cuadriculó una porción
de lo que sería la ciudad de Buenos Aires y repartió las suertes.
Sin duda ese era todo el barrio, unas doce docenas de manzanas de una
cuadra de lado cada una.
Ahora,
el barrio, lo que llamamos barrio es otra cosa. Es algo distinto a
sus límites y la nomenclatura de sus calles. Son muchos, inclusive,
los vecinos que dicen vivir en un barrio pero que formalmente
pertenecen a otro. La esencia es otra, es lo que se siente cuando
decimos barrio, lo que viene a la mente en ese instante, las calles,
las tardes más añoradas, las caminatas y los vecinos con todas sus
particularidades.
Como
sea, los primeros barrios los diagramó en la época de la colonia,
Miguel de Salcedo y Sierralta en 1734 y aseguran los narradores que
lo hizo para controlar el contrabando.
Cuenta
Angel O.Prignano, historiador que se autodefine como propulsor de la
“barriología”,que aquel gobernador delimita
ocho cuarteles con un comisario a cargo cada uno, algo así como
comuneros de pequeñas extensiones dentro del territorio de La
Trinidad.
Esos
comisarios debían “de celar el modo
de vida de los vecinos”.
Cada
calle, además,empezó a tener un nombre oficial escrito en tablitas
de madera.
Los
primeros barrios, entonces, fueron Del
Alto, Santa Lucía, San Juan, El Retiro, Barrio Recio, Del Hospital,
La Merced y San Nicolás, “para
los cuales se designó comisarios a Luis Navarro, Pedro Zamudio,
Bartolomé Montaner, Juan de Zamudio, Matías Solana, Juan de la
Palma, Miguel de Esparza y Tomás de Monsalve”, relata
Prignano.Unas décadas más tarde, el 8 de julio de 1769 quedó
oficializada la primera división del territorio en concordancia de
seis parroquias: San Nicolás, El Socorro, La Concepción,
Montserrat, La Piedad y La Catedral.
Esa
división se realizó a propuesta del obispo Manuel
Antonio de la Torre y se la
considera la primera división parroquial efectiva de Buenos
Aires. Las parroquias, o barrios, pasaron a denominarse cuarteles en
1778 bajo la gestión del virrey Juan JoséVértiz, pero la geografía vuelve a
cambiar en 1794 cuando el virrey Nicolás Antonio
de Arredondo, hace una división con veinte
cuarteles, o barrios, los que son numerados del 1 al 20. También
ese virrey marcó el límite con Brasil.
Arredondo
nombró un responsable de cada barrio y entre otras medidas dispuso
que cada vecino, cada jueves, debía barrer y limpiar las calles y se
las mojara. Para entonces, ya
Vértiz, considerado un progresista, había comenzado el empedrado de calles y dispuesto el primer alumbrado público, como también realizó el primer censo porteño, contando 24.754 habitantes en la ciudad y 12.925 en la campaña.
Vértiz, considerado un progresista, había comenzado el empedrado de calles y dispuesto el primer alumbrado público, como también realizó el primer censo porteño, contando 24.754 habitantes en la ciudad y 12.925 en la campaña.