- Es un monumento histórico nacional.
- Ejemplo del Art nouveau
- Símbolo de la política criolla
- El Senado votó su expropiación en noviembre de 2012.
- . Allí nació el Grupo político “el Molino” en los ‘90
- . Madonna filmó en la confitería
- . Sus postres y su pan dulce también hicieron historia.
Lilita Carrió siempre cuenta que cuando era chica y la traian desde el Chaco de visita a Buenos Aires, mi abuela Virginia y la madre la llevaban a tomar el té al Molino.
El padre de Lilita siempre andaba cerca de Arturo Illia por esa época.
Un clásico de la confiteria era el Saint Honore, una torta que lleva base de hojaldre y bombas con la crema St. Honoré. El Molino la hacía pero había que encargarla con 48hs de anticipación.
Un clásico de la confiteria era el Saint Honore, una torta que lleva base de hojaldre y bombas con la crema St. Honoré. El Molino la hacía pero había que encargarla con 48hs de anticipación.
Rubén Rabanal (periodista, nieto
del exintendente porteño Francisco Rabanal).
Tal vez se expropie, por fin, la Confitería El Molino, tras
haber obtenido sanción del Senado una ley para convertir el lugar en un Centro
Cultural. Su cúpula, su diseño, sus
instalaciones y su historia, merecen ese rescate postergado desde que en 1997
cerró sus puertas.
“La Asociación internacional World Monuments Fund, la
organización privada sin fines de lucro más destacada, dedicada a la
conservación del patrimonio histórico, artístico y arquitectónico a nivel
mundial, incluyó en su listado de cien sitios culturales en peligro al centro
de Buenos Aires, y dentro de él, a la mítica “Confitería del Molino”, señalan
los fundamentos de la ley que aprobó el Senado, autoría de Samuel Cabanchik (ex
Carrió).
El deterioro de la Confitería se acelera y aún hay problemas de papeles y de dueños para convertirla en un símbolo
de la historia política, y económica, del país. De concretarse, le ganaría el
Congreso a la Ciudad de Buenos Aires que no ha mostrado interés en los últimos
años en recuperarla. De acuerdo al proyecto, el Centro Cultural dependería de las Cámaras.
Recuerdo que a principios de 2004, cuando se inició el ciclo Buenos Aires Ida y Vuelta en Radio Ciudad -que conduje hasta el año pasado (convertido en Buenos Aires me Atrapa) – los domingos de 6 a 9, la primera nota que hicimos fue sobre el Molino. Casi nada cambió, solo pasó el tiempo y se nota cuando se mira una de las esquinas más transitadas de la Ciudad junto al Congreso y en diagonal a una plaza que hoy está bastante descuidada y desbordada de miradas de turistas.
La historia del Molino contiene además la historia de uno de
los grandes arquitectos que dejaron su obra en las calles porteñas, de acontecimientos
variados y también de su receta de pan dulce que tantos añoran.
El italiano Francesco Teresio Gianotti, encaró su construcción después de haber terminado la Galería Güemes, destacado edificio de la peatonal Florida.
El italiano Francesco Teresio Gianotti, encaró su construcción después de haber terminado la Galería Güemes, destacado edificio de la peatonal Florida.
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"Las chicas de Flores tienen los ojos dulces, como las almendras azucaradas de la Confitería del Molino" (Oliverio Girondo)
Dos maestros pasteleros con gran éxito en la Ciudad de
Buenos Aires invirtieron para tener una nueva sede.
Constantino Rossi y Cayetano Brenna compran por 1858 la “Confitería
del centro” en la esquina de Federación y Garantías (actuales Rivadavia y
Rodríguez Peña). Cerca estaba el Molino de Lorea, un ebanista célebre en la
ciudad, quien junto a su esposa fue asesinado por los ingleses durante las
invasiones. Aquel fue el primer molino harinero de la ciudad de Buenos Aires. Le
cambian el nombre por “Antigua Confitería El Molino” que luego se convertirá en
Nueva Confitería el Molino.
Dice Vicente Cutolo en su Historia de los Barrios que la
rebautizan “por la tendencia general de los comerciantes vecinos que referían
los nombres de sus negocios a un molino de viento existente en el espacio que más tarde ocupó la Plaza del
Congreso (Sombrerería del Molino, Relojería del Molino, Almacén del Molino)”. De
acuerdo a este autor, desde 1886 es Confitería del Molino y Brenna “pionero del
arte de la repostería en nuestro país”.
El 26 de febrero los pasteleros se trasladan a la actual
esquina de Callao y Rivadavia, frente al lateral del Congreso, institución que
dio el nombre al sub barrio, que en realidad se trata de Balvanera, geografía
que comparte con otro sub barrio, el Once.
En 1914 se le encargan las obras
a Gianotti y el nuevo lugar se inaugura el
9 de Julio de 1916, cuatro años después de la inauguración de la Plaza
del Congreso y cuando la ciudad ya contaba con la línea A del subterráneo, la
primera de Sudamérica.
La construcción que emprendió
Gianotti no fue solo de la Confitería del Molino, sino también de su planta
alta, con oficinas y viviendas para alquilar. Se trató de una remodelación del
inmueble de Callao 32 que tenía planta baja y cinco pisos y la unificación con el aledaño de Rivadavia 1815
que Brenna compró entre 1911 y 1913.
En los episodios violentos de 1930, la confitería El Molino
se incendió y debió ser reconstruida. El pastelero Brenna murió en 1938 y la
explotación del comercio pasa a Antonio Armentano, que más adelante lo vende a
los dueños que terminan quebrando el negocio. Entonces, los nietos de Cayetano
Brenna compran la confitería y la mantienen.
En 1992 la Ciudad de
Buenos Aires declara Área de Protección Histórica (APH) al predio, pero no logró sobrevivir: el 24 de enero de 1997
cerró. Fue declarada MONUMENTO HISTÓRICO NACIONAL el 24 de octubre de ese año, a
través de decreto nacional 1110/97 .
El edificio
El terreno tiene unos 890 metros cuadrados y la superficie
edificada ocupa 5900 m2.
La idea de la construcción fue extender las instalaciones
sin alterar el funcionamiento del negocios. Se proyectó un salón para la
confitería en la planta baja, dos para fiestas, el “Gran Molino” y el “Versailles” en el primer piso, una fabrica
de masas y
ocho departamentos de vivienda u oficinas para alquiler.
Junto con la
Galería Güemes, El Molino fue una de las primeras obras en las que usó hormigón armado con encofrados y pretensados prefabricados en la Ciudad de Buenos Aires
El arquitecto Gianotti encargó materiales a Italia para la
construcción, como puertas, ventanas, manijas de bronce y cristales. Su diseño
incluye más de 150 metros cuadrados de vitrales. El edificio cuenta con tres
subsuelos, una planta baja y cinco pisos. Contó con salones para fiestas, una
fábrica de hielo y bodegas además de deopósito.
Su fachada sobre la ochaza es simétrica, revestida en piedra
París y se dice que los adornos tienen influencia veneciana. La cúpula y las
aspas del Molino le dan su característica coronadas con vitrales art Noveau.
Las especialidades
Recuerda la Agrupación “Para que se Restaure la Confitería
El Molino” que tras su inauguración “fue
tomada como el punto de encuentro de la alta burguesía y de reconocidas
personalidades, para tomar el té y comer su excelentes y reconocidas masitas,
medialunas, pan dulce, marrón glacé, panettone de castañas y el imperial ruso
(que en Europa se llamaba “postre Argentino” y que fue creado por Brenna para
solidarizarse con la dinastía zarista cuando los bolcheviques asaltaron el
Palacio de Invierno)”
También aseguran que Carlos Gardel pidió la elaboración de
un postre especial para su amigo Irineo Leguisamo y así se inventó “El Leguisamo”.
La frecuentaron Lisandro de la Torre, Leopoldo Lugones, El
tenor Tito Schipa, Lili Pons, Niní Marshall, Libertad Lamarque, Eva Perón, Alfredo
Palacios, Oliverio Girondo, José Félix Uriburu, Marcelo Torcuato de Alvear,
Amado Nervo, Ramón Gómez de la Serna, La infanta Isabel de Borbón, y más cerca
del tiempo una lista larga de políticos argentinos.
En agosto de 1994 de
la mano de Carlos Chacho Alvarez, titular del Frente Grande, se llevó a cabo un
encuentro en la Confitería del Molino, del que participan, además de Álvarez,
Federico Storani de la UCR, José Bordón del PJ y Rodolfo
Terragno. Fue clave para derrotar al menemismo aunque luego fracasara en el
2000 la extinta Alianza.